Astrología psicológia: el lenguaje de las energías



Liz Greene, en su libro "Relaciones Humanas. Un enfoque psicológico de la astrología" (1987; el texto original es de 1983), se pregunta por las posibles causas del creciente interés por la astrología psicológica, y escribe:

"la astrología pertenece a un territorio más vasto, el del estudio de la psique humana; y a medida que ganamos en comprensión y en complejidad psicológicas, empezamos también a explorar, al mismo tiempo que nos valemos de las fórmulas de la psicología moderna, otras vías de entendimiento más antiguas, relacionadas con la imagen y la imaginación (...) Quizás esto suceda porque finalmente ha empezado a ocurrírsenos lo que creía Jung, que ya no hay  más fronteras nuevas para explorar, a no ser la del alma  humana."


En este contexto, sigue la autora, la astrología psicológica 

"ha abandonado el antiguo ejercicio de la adivinación (¿qué me sucederá el año próximo?) en favor de la búsqueda -mediante una combinación del antiguo simbolismo de la astrología con la lente que aplica la psicología profunda a los motivos y comportamientos humanos- de por qué nos creamos la vida que nos creamos, y de cómo podemos expresar de manera más creativa lo que llevamos dentro. Por ello en gran medida no necesitamos ya sentir que la vida es algo que nos sucede, y sí en cambio que nosotros somos partícipes de la vida. Esta aproximación psicológica a la astrología -o, si se prefiere, esta aproximación astrológica a la psicología- ha empezado ya a hacerse un lugar en las profesiones terapéuticas como un instrumento eficaz para lograr en forma rápida y profunda una visión interior del individuo." 

En esta idea abunda el doctor Gerhard Adler quien, en el prefacio al mismo libro, afirma que 

"la naturaleza de la astrología es más bien la de una indicación, que bosqueja las potencialidades de una persona, y permite que el resultado final dependa de la forma en que el individuo se enfrenta con esas potencialidades y hace uso de ellas."

La carta natal de una persona es una representación simbólica de la correlación de energías psíquicas con las que la persona se enfrenta a la vida. Esa correlación, diferente para cada individuo, muestra de qué formas la persona tenderá a desenvolverse, algo parecido a su piloto automático, a su ADN energético. Cuanto más consciente sea la persona de cuáles son esas energías y cómo tiende a manifestarlas en su vida, mejor preparada estará para gestionarlas tan conscientemente como sea posible, en vez de vivir controlada por ellas. 

 



Liz Greene (1987). Relaciones humanas. Un enfoque psicológico de la astrología. Barcelona: Ediciones Urano.

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