Intención vs Impacto como fuente de conflicto



El contraste entre la intención de lo que una persona dice o hace y el impacto que lo dicho o lo hecho tiene sobre otra persona parece ser fuente casi inagotable de conflictos. Esta simple representación visual ayuda a entender que, en parte, el conflicto surge porque tanto la intención como el impacto permanecen en el interior de las personas, mientras que, al mismo tiempo, ellas intentan gestiona la situación creada a partir de lo visible, es decir, lo dicho o hecho. 

Cuando esto pasa, podemos fácilmente encontrarnos con personas diciéndose cosas como, por ejemplo, las siguientes: "No era mi intención..." (por un lado), "¿por qué has..." o "¿cómo has podido..." (por otro lado). Y es posible que cosas de este tipo se digan una y otra vez, y con ello la frustración puede crecer rápidamente y complicar las cosas todavía más. Si las personas implicadas no se dan mutuo acceso a lo que está dentro de ellas, lo que permanece privado y, además, al hacerlo entienden que intención e impacto no coincidieron, el conflicto se puede enquistar. 
Una buena forma de empezar a salir del laberinto cada vez más enrevesado que, en cuestión de segundos, parece levantarse envolviendo a las personas implicadas, es reconocer el malestar asociado al impacto percibido, en lugar de insistir repetidamente en que uno no tenía la intención de herir. El hecho de que la intención sea otra no invalida el hecho de que la otra persona se sienta herida. De modo que empecemos por aquí, sin necesidad de justificarnos ni ponernos a la defensiva. 
Una vez el impacto ha sido escuchado, reconocido por ambas partes, y entendido empáticamente por parte del "hacedor", será mucho más fácil mirar a la otra parte y, entonces, escuchar, reconocer y entender empáticamente, por parte del receptor, la auténtica intención, y empezar así a cerrar el hueco abierto entre ambas partes.

Para conseguir esto, ralentizar la conversación, o la discusión si ya se ha convertido en eso, es clave, y conviene que vaya seguido de
  • evitar todo tipo de juicio hacia la otra persona
  • tomar turnos para hablar
  • escuchar activa y empáticamente

para que las dos voces se sientan escuchadas, reconocidas y comprendidas. Una vez llegamos a este punto, ya no estamos reaccionando a lo que viene de la otra parte, y podemos trabajar juntos para solucionar y cerrar el conflicto.

Por otra parte, interiorizar este modelo resulta muy útil para calibrar lo que decimos y hacemos, antes de decirlo y hacerlo, a partir del posible impacto que pueda tener, con lo cual estamos ya haciendo el ejercicio de empatía de ponernos en el lugar emocional de la otra persona.


Comments

Popular posts from this blog

Margin Call: los psicópatas detrás de las hipotecas

¿Seguro?

La España integrada