De la transformación educativa a la transformación organizacional


En la introducción a la edición de 2006 de The fifth discipline: The art & practice of the learning organization, Peter Senge cita unas palabras de Dr. W. Edwards Deming:
We will never transform the prevailing system of management without transforming our prevailing system of education. They are the same system
Varios años antes, Jay R. Galbraith, en The reconfigurable organization, recogido en la recopilación The organization of the future, publicada por The Drucker Foundation, afirmaba que
the lasting capability, and possibly a more sustainable source of advantage, is the capability of an organization to reconfigure itself
Para el profesor Galbraith, la reconfigurabilidad se basa en tres capacidades:
First, the organization reconfigures itself by forming teams across organizational departments. These lateral structures require an extensive internal networking capability. Second, the organization uses internal prices, markets, and marketlike devices to coordinate the complexity of multiple teams. And finally, the organization forms partnerships to secure capabilities that it does not have
Equipos horizontales, gran capacidad de creación de redes, estrategias de coordinación de los equipos, alianzas con el entorno.

Una de las razones por las que el paso de estructuras organizacionales verticales, jerárquicas, compartimentadas, rígidas, a estructuras organizacionales horizontales, democráticas, permeables interna y externamente, flexibles, resulta difícil, es que el primer modelo ha sido el modelo mental y de acción predominante durante varios siglos y sigue siendo el modelo predominantemente interiorizado en los centros educativos. Junto a ello, nos encontramos con nuevas generaciones de personas acostumbradas desde su infancia a vivir con y en entornos digitales, lo que Don Tapscott, en su fascinante libro Grown up digital denomina the net generation, o the global generation que, según él, reúne estas ocho características claves:

  • They want freedom in everything they do: from freedom of choice to freedom of expression
  • They love to customize, personalize
  • They are the new scrutinizers
  • They look for corporate integrity and openness when deciding what to by and where to work
  • They want entertainment and play in their work, education, and social life
  • They are the collaboration and relationship generation
  • They have a need for speed
  • They are the innovators

Basta con tomar el impresionante estudio llevado a cabo por Don Tapscott como un indicador de tendencia, y no como una descripción generalizable universalmente, para reconocer cuán alejados están los tres mundos de los que estamos hablando: el digital, el organizacional y el educativo. Esa desconexión se siente a diario y de una forma cada vez más hiriente en muchísimas aulas. Una sociedad que quiera que sus organizaciones de todo tipo cambien, mejoren, se potencien y desarrollen lo mejor de sí mismas, no puede vivir de espaldas a sus centros educativos, porque es tanto como vivir de espaldas a sí mismas.

Uno de los síntomas más dramáticos de la desconexión entre el mundo educativo, el social y el tecnológico es el abandono escolar, porque es ahí donde esa desconexión impacta de la peor manera posible la vida interna, familiar y social de los jóvenes. Es también un síntoma del agotamiento de un modelo escolar y organizacional, el de la escuela factoría, que ya solo sirve a quienes viven de él, pero no a quienes deberían ser sus principales beneficiarios. Las pequeñas comunidades de aprendizaje son, en este momento, la propuesta alternativa más vibrante y prometedora.

Los estudiantes que abandonan los centros escolares lo hacen después de estar en ellos años y de dar múltiples señales de alarma: desmotivación, desapego, absentismo, resultados académicos insuficientes, relaciones conflictivas... Tal vez sea más apropiado hablar de abandono escolar que de fracaso escolar. Si hay fracaso, es social, porque crear y mantener las condiciones para que el aprendizaje sea atractivo, estimulante, posible es responsabilidad de todos, no sólo de quienes participan directamente en la escolarización. Es muy importante separar ambos conceptos, aprendizaje y escolarización, porque, por paradójico que pueda parecer, no se refieren a lo mismo. Todos los centros educativos son centros educativos, pero ¿cuántos son auténticas comunidades de aprendizaje? 

Por historia, tradición, organización, logística e inercia, el sistema educativo en general, y los centros educativos en particular, tienden a centrarse en la enseñanza, en los programas de estudio, en el cumplimiento de unos horarios y calendarios mínimos y máximos, en la adaptación de profesorado y estudiantes a unas estructuras pre-establecidas, y todo ello en un contexto de casi total desconexión entre las personas y los grupos, y de desconexión con el entorno social y económico de los centros. Tienden, además, a la homogeneidad en los contenidos, en las formas de trabajo, en los sistemas de evaluación, y a recurrir a la diversificación solo como solución para los casos de estudiantes con dificultades debidamente detectadas, documentadas y diagnosticadas.

Las comunidades de aprendizaje se centran no en la enseñanza, sino en el aprendizaje; no en el cumplimiento de programas, sino en el desarrollo integral de las personas (adultas y no adultas) que las componen; no en el cumplimiento de horarios y calendarios, sino en el desarrollo y expansión constante de una profunda curiosidad y el deseo de aprender. En las Comunidades de Aprendizaje, la energía organizacional no se centra en adaptar a profesorado y estudiantes a una determinada estructura, sino en construir estructuras flexibles que se adapten a los intereses, inquietudes y necesidades de estudiantes, profesorado y familias. Las relaciones entre personas, grupos y generaciones, y entre la comunidad y su entorno, son el tejido, el contexto en el que todo tiene lugar, y son prioritarias para todos. La diversidad en todas sus manifestaciones, incluida la diversidad de estilos de aprendizaje, es reconocida, potenciada, celebrada y asumida como riqueza y fortaleza, no como problema o excepción. Todo ello muy cercano a la descripción de organizaciones reconfigurables del profesor Galbraith.
Existe ya un volumen considerable de investigacion teórica y, sobre todo, de experiencias concretas, contrastadas, exitosas, de Comunidades de Aprendizaje que han surgido como tales o como resultado de la transformación de centros educativos tradicionales. Los resultados, desde todos los puntos de vista, muestran consistentemente mejoras, en muchos casos espectaculares, en clima, relaciones,  motivación, sentimiento de pertenencia, desarrollo de competencias, resultados académicos, finalización de los estudios obligatorios y continuidad del esfuerzo de aprendizaje, entre otros indicadores.

No sólo un elevado porcentaje de estudiantes se van. Muchos profesores, familias y administradores de centros están también fuera de las escuelas, no físicamente, pero sí emocionalmente, mentalmente, absorbidos por la inercia, la impotencia, la desorientación y la desmotivación. Es muy importante tener muy presente que se van de unas determinadas formas de hacer las cosas, de unos modelos educativos y organizativos asfixiantes, y que se van, precisamente, por no encontrar las condiciones, los contextos, en los que poder hacer lo que, en palabras de Peter Senge, "no sólo forma parte de nuestra naturaleza, sino que amamos": aprender.
Estoy convencido de que, en el contexto organizacional y relacional de las pequeñas comunidades de aprendizaje, el Aprendizaje Basado en Proyectos (Project-Based Learning) es el contexto de aprendizaje que mejor nos puede llevar a reconectar con unos entornos internos y externos que no tienen nada que ver con aquellos en los que surgió la escuela y las organizaciones tradicionales. Hay mucho que decir sobre el ABP en relación con esto. En próximos artículos iré desarrollando algunas propuestas.

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